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“Soy Cruel” Milei entre la tiranía y el sadismo, reflexiones y aportes frente al discurso del odio del Presidente

Por Tomás Raffo (CTA Autónoma) "No se puede dejar pasar por alto el discurso pronunciado en la cena de recaudación de la Fundación el Faro, el reciente 26 de junio, por el presidente Javier Milei. Frente a un auditorio plagado por sus funcionarios de gobierno, sus legisladores y con gran concurrencia de representantes de las principales empresas del país, el Presidente Milei volvió a destilar, una vez más, un discurso de odio.."

01/07/2025Noticias PeronistasNoticias Peronistas
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Por Tomás Raffo (CTA Autónoma)

Sembrando odio

No se puede dejar pasar por alto el discurso pronunciado en la cena de recaudación de la Fundación el Faro, el reciente 26 de junio, por el presidente Javier Milei. Frente a un auditorio plagado por sus funcionarios de gobierno, sus legisladores y con gran concurrencia de representantes de las principales empresas del país, el Presidente Milei volvió a destilar, una vez más, un discurso de odio, que más allá de las particulares distorsiones sobre la realidad económica sobre el que no profundizaremos, pero que dadas las particularidades de su emisor, nada menos que el Presidente de la Nación, urge analizar en términos discursivos, psicoanalíticos y políticos, para aquilatar adecuadamente las sombras y amenazas que sobre los sectores populares y la sociedad toda se agazapan desde el más alto lugar del poder político e institucional del país.

No es el primer discurso de odio que vocifera Milei. Es más, casi no hay discurso de Milei sin expresiones que apelan al odio y al desprecio de los opositores como clave movilizante para sus seguidores. Sin embargo, en este último discurso la explicitación del odio tomo matices muy significativos. Como si hubiese habido en este tiempo en que Milei es presidente, una progresión, un increscendo en la intensidad del odio que destila en sus discursos, hasta llegar al punto actual (es más, el siguiente discurso de Milei en el acto del primer congreso libertario en La Plata, los insultos al gobernador Kicillof fueron aún más encedidos). No es para nada un tema menor que se pueda dejar pasar. Se sabe que, como enseñó Freud, “se empieza cediendo en las palabras para luego ceder en las cosas”; y que las palabras tienen destino de realidad, de llamado a la acción, máxime siendo enunciada desde la cima del poder político.

Por eso es fundamental analizar los dichos del presidente Milei en el citado discurso, principalmente en su centro neurálgico, cuando está sosteniendo que el Ajuste Fiscal que está realizando tiene “apoyo popular” y en ese marco sostiene:

“Sí, soy cruel. Soy cruel kuka inmundo, con ustedes, con los gastadores, con los empleados públicos, con los estatistas, con los que le rompen el c..  a los argentinos de bien…”  (ver https://www.youtube.com/watch?v=aWdIY-z7IwI minuto 40)

Tal la confesión sin tapujos, más bien eufórica de Javier Milei. Confesión recibida con aplausos y vitoreos de su auditorio. Una recepción eufórica que avala semejante desmesura debe encender todas las alarmas sociales de aquellos que pretendemos zanjar nuestras diferencias democráticamente en las urnas, y no por otras vías a las que abre semejante discurso.

La enunciación de Milei, quien se esconde detrás de tanto odio

Es curioso que después de haber dicho semejante confesión y ser recibida con gran festejo por el auditorio, el presidente Milei volvió a la lectura de su discurso, incluso con menos vehemencia. Como si después de realizada la descarga de violencia y odio, no se hiciera cargo de sus palabras, casi como una pretensión de que pase sin mayores consecuencias. Esto es lo que debemos evitar, porque ello es lo que garantiza que siga progresando el increscendo del odio y la violencia en las palabras, que cada vez incitan más a la acción. Debe tener consecuencias, la primera de ellas, y desde este aporte, un primer análisis de sus enunciados y también, fundamentalmente, de su enunciación. En este último plano es que hay que hacer la primera conclusión de sus dichos. ¿Quién habla en el discurso de Milei? ¿quién en democracia puede decir sueltamente “soy cruel”? No un político, no un ciudadano común, incluso no el empresario más poderoso, que aunque cada uno de ellos eventualmente pueda descargar algún grado de odio en su vida cotidiana en sus dichos ó acciones, éste rasgo de odio siempre aparece velado, reprimido y negado socialmente tal carácter. Todos apelan a que lo que hacen y dicen se corresponden con una idea de “lo justo”. Afirmar “Soy Cruel” es sólo propio de los Tiranos, aquellos personajes de la historia que por diversas causales condensaron la suma del poder público y lo ejercieron despóticamente contra sus súbditos.

Hay un Tirano vestido de presidente en Javier Milei, tal es la conclusión que se desprende de su discurso. En otro pasaje del discurso, y a propósito de la relación con la vicepresidenta Villaroel, Milei dice: “Roma no paga traidores”. Nuevamente más allá de lo metafórico, es otro fragmento del discurso solidario con la idea de la tiranía que viene a rematar con la confesión de crueldad que hemos destacado. Tiremos un poco más de este hilo. La tiranía no se ejerce en el vacío: es solidaria con la existencia de súbditos sobre el que se descarga la crueldad del tirano. Hay un pueblo que se pretende construir como súbdito por parte del Tirano. Es esta la consecuencia de la enunciación del presidente: Por un lado reconocerse como Tirano, y por otro querer hacernos reconocer como pueblo súbdito. Se revela así la fase oscura de la supuesta libertad que enuncia Milei: son los espejitos de colores tras lo cual se oculta la ambición de un Tirano. Como se sabe, la tiranía es lo opuesto de la libertad del hombre. Como lo enseñó Hölderlin en su novela “El Hyperion”, el Tirano es aquel que lo primero que hace es garantizar la debilidad de sus súbditos, por eso es fundamental para la tiranía que los hombres caminen encorvados mirando al piso, con temor, que se arrodillen antes de caminar y que aprendan a rogar antes que a hablar. Este es el sentido profundo de las políticas de Ajuste que realiza el Gobierno Nacional sobre los trabajadores, jubilados, perceptores de planes sociales, etc: arrodillarlos, infundirles temor, humillarlos, que no levanten cabeza, porque es la forma de debilitarlos y con ello perpetuar el régimen tiránico. Es la fuente de la que emana la Tiranía.

El oscuro deseo del Tirano

Es curioso que antes de la confesión de tiranía y crueldad que hemos resaltado, el presidente Milei adelantaba lo que lo estaba llevando a esta explicitación de su “naturaleza”. En efecto, rebobinando el video, se verá que antes de esta parte se iba ya formando la atmosfera de hostilidad y odio que hemos resaltado. En efecto, venía Milei vanagloriándose de que su gobierno es el inventor del “Ajuste Expansivo” (es decir que luego del ajuste, supuestamente la economía está creciendo, cuestión que  como dijimos dejamos de lado en el análisis, pero que en ningún modo avalamos) y también que inventaron el “Ajuste Popular”, que según él constituye “…lo más valioso: las políticas de Ajuste y Austeridad Fiscal son Hiper Populares” (ver del video citado el minuto 39´20´´).

Es en este punto de autocelebración, donde es muy notorio la claridad de ponderación de Milei, en el sentido de calificar como “lo más valioso” la tesis, más que el hecho, es decir, la idea y el anhelo de que sus políticas de ajuste sean “hiper-populares” es decir que tengan avalan social. No pasa de ser una tesis que se confrontará prontamente con los resultados electorales, tanto de este año, como cuando se juegue las presidenciales del 2027 ¿será cierto que los sectores populares avalarán en las elecciones del 2025 y del 2027 una política que tiene como principal objetivo debilitar sus condiciones de vida? Sin embargo, y a pesar de su importancia, no es ese el punto que queremos resaltar. Este se encuentra un poco más adelante, cuando el clima del discurso presidencial empieza a mutarse de autocelebratorio a tomar un cariz de hostilidad, odio y desprecio manifiesto (quizás manifestación de la debilidad de su tesis anterior), en efecto se lo verá a Milei diciendo:

 

                        “…entonces, mientas que las basuras, las ratas inmundas (y dirigiéndose a los legisladores presentes) sus compañeritos de trabajo jaja; mis ex – compañeritos de trabajo (aludiendo a su etapa como legislador) quieran reventarnos el resultado fiscal con políticas demagógicas lo que no se dan cuenta es que, podrán retrasar un poco el ritmo al que nos expandimos porque nos hacen subir el riesgo país, pero la gente los va a castigar en las urnas…” (ver video citado minuto 39´26´´)

 

He ahí el deseo del tirano. Un Deseo de Castigo, tal el núcleo de las pasiones de Milei. El deseo de castigar no es un deseo cualquiera, su especificidad, nos enseña Freud y Lacan, están del lado de esa oscura estructura psíquica que se denomina Perversión, más precisamente del Sádico, aquel siniestro personaje que encuentra satisfacción en el dolor que le inflige al otro. No hay dudas de que este rasgo pinta bien al Presidente/Tirano Milei. La satisfacción que tendría por el castigo que se le infringiría a aquel con el que está en oposición (los kukas y los trabajadores del estado). La satisfacción en el dolor ajeno, propio de la crueldad, que define a la variante sádica de la perversión, pero que en el plano político es sin dudas uno de los signos centrales de las políticas de ajuste que lleva adelante Milei.

Que el presidente Milei sea una perverso o un psicótico (es decir alguien tan alejado de la realidad que pueda hablar con perros muertos) que necesita un complemento perverso para estabilizarse poco importa. No son sus rasgos personales en sí lo central, sino como esos rasgos impregnan la estructura política de la cual es líder, los efectos en la masa en los acólitos que lo siguen (como ellos amplifican el discurso del odio, ejemplo Espert y la vasta cantidad de funcionarios trolls del gobierno) y fundamentalmente las derivas que esos rasgos pueden tener a partir de su incidencia en las políticas públicas y aún, y en no menor grado, en la contienda electoral, en los caracterizaciones a sus opositores, por caso llamar al Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, como el “pichon de Stalin”, y tantos otros insultos que se van sucediendo con mayor intensidad a medida que se acerca las elecciones en la provincia de Buenos Aires.

Siendo coherentes con la teoría psicoanalítica podríamos afirmar que el Presidente Milei no es un psicótico típico como el de los manuales, porque estos sujetos son incapaces de acceder a las instancias de mayor predominio simbólico, en este caso, nada menos que la Presidencia de la Nación (pero anteriormente el cargo de Legislador Nacional). El psicótico está inhabilitado por estructura a estos cargos. La mala noticia, es que si Milei no es un psicótico típico, y atento a las manifestaciones del caso (tener hijitos de cuatro patas, clonarlos, hablar con los perros muertos, variados episodios no confirmados de brotes) lo más probable es que lo es central para su estructuración, lo que le permite asumir cargos públicos sin desencadenamientos delirantes es sin duda la suplencia que le da la perversión y específicamente la crueldad de esta posición. Es casi como una condición de posibilidad de su posición. Sólo puede ocupar lugares simbólicos (ser panelistas de tv, ser legislador y ser presidente del país) si puede desplegar dosis crecientes de crueldad en sus dichos y en sus acciones, capaces de otorgarle una satisfacción que le inhiban el desenfreno propiamente delirante. A los fines políticos, que es lo que verdaderamente importa de esta especulación psicoanalítica, la conclusión a extraer es que para el Gobierno de Milei es fundamental, casi política de Estado, garantizar la Crueldad en su Gobierno, tanto en su discurso como en sus políticas efectivas.

Es a partir de este eje que se puede empezar a inscribir la racionalidad del bestiario que comporta las políticas más cotidianas del Gobierno de Milei. Desde el espectáculo absurdo, circense y degradante de todos los miércoles donde la Policía realiza verdaderas palizas a los jubilados, que no lo podrían hacer si no contaran con el máximo aval del presidente. No es exagerado suponer la satisfacción del presidente Milei cada miércoles en que presencia la paliza a los jubilados. De ahí la adoración que tiene con la ministra Bullrich (revelador que en un pasaje de su discurso dijera de ella y de Sturzenegger, a modo de elogio, que eran verdaderos “monstruos”, a los que nosotros gustosamente le sacamos las comillas y lo tomamos de la manera literal que corresponde). De ahí también la Crueldad con los Médico del Garrahan, el hospital pediátrico de alta complejidad, donde se atiende los casos más graves de los niños más vulnerables. De ahí la crueldad con los pacientes oncológicos a los que se les retiraron los tratamientos gratuitos que tenían. La crueldad con la educación pública, con la salud pública, con los empleados públicos, son las dosis necesarias que necesita el Tirano/Presidente Milei para poder mantenerse, sin brotar, en su cargo. De ahí también la frondosa producción de insultos e incluso de producción neológicas del lenguaje que, en un trabajo casi artístico, Milei logra condensar dosis crecientes de crueldad y violencia, como dan cuenta los insultos de “Lali Depósito”, “María BCRA”, “Marina del Piffieto”, los “econochantas”, los “mandriles”, los “kukas”, los “ensobrados”, el “enano soviético”, y la lista sigue y seguirá creciendo, porque es una condición de permanencia en el poder del desequilibrado presidente Milei. Más aún los dos extractos que hemos tomado para el análisis está plagado de significantes cargados de crueldad y violencia (“kuka inmundo” “los que le rompen el c..” “ratas”, “basuras”, “reventar”). Es casi como que la condición de hablante de Milei necesita proferir palabras de crueldad y odio para hacer lazo social, aún a riesgo de quebrar el lazo social. De ahí todo el valor de verdad de la confesión de Milei: “Sí, soy cruel”. Agregaríamos nosotros “sos cruel porque es el modo en que podés mantenerte en el poder, aunque sin usar el sillón de Rivadavia” (según lo confesó y lo entendemos, es un sillón eminentemente simbólico, que puede hacer tambalear su estructura, volveremos sobre esto).

 

La pareja del perverso

Todo perverso necesita a otro en el que realizar su perversión. Ese otro también tiene sus especificidades. No cualquiera puede ser pareja de un perverso. Hay que tener aguante para eso, fundamentalmente porque detrás de las estrategias del perverso, entre las cuales está el deseo de castigar, el de ser cruel, hay un deseo aún más oscuro y enigmático:  el deseo de angustiar al otro. El perverso busca que el otro se angustie. No es casual que ya a casi dos años del Gobierno de Milei la angustia ha sido un afecto muy presente en el campo social, principalmente de aquellos que están sufriendo sus políticas de ajuste (jubilados, médicos, docentes, trabajadores públicos y también privados). De todos modos, es sumamente difícil que el perverso tenga una pareja estable, por lo general lo que sucede son separaciones, traumáticas cuando no dramáticas, las más de las veces. Sin embargo, un sádico tiene una posibilidad de estabilizarse si tiene la fortuna de encontrar una pareja para la cual el masoquismo sea un valor buscado y aceptado. Pero es una unión estable siempre y cuando el engaño prime. Es estable si el cruel piensa que está haciendo daño a la que sin embargo está disfrutando con el daño recibido (no se asuste lector, hay de todo en la viña del señor, máxime en términos psicoanalíticos), pero se quiebra la relación si el sádico descubre que su víctima está disfrutando masoquistamente de su crueldad. Ahí el angustiado es él, y como tal huye de la relación. Toda esta disquisición psicoanalítica es para afirmar la imposibilidad de la estabilización de la propuesta política que representa Milei. El pueblo argentino es cualquier cosa menos un pueblo masoquista que disfruta con su propio dolor. Es un pueblo que con sus matices y heterogeneidades es fundamentalmente un pueblo de lucha, de conquistas populares, que ha sabido crear sus movimientos políticos, que con sus más y con sus menos, han tenido a la solidaridad, a la empatía, a la lucha contra las injusticias y las desigualdades un rasgo distintivo de su historia. No es un pueblo que se regocija con el dolor ajeno infligido por el poderoso, como lo da cuenta la solidaridad masiva con los jubilados apaleados por la policía, principalmente de aquellos que hacen de la pasión por el fútbol una clave de su existencia (las hinchadas futboleras defendiendo a los jubilados de la policía ha sido una postal hermosa de la solidaridad que define al pueblo argentino). La angustia que produce la faceta más perversa de la propuesta de Milei, la de apalear jubilados, ha encontrado en el pueblo argentino lo que el maestro francés de psicoanálisis enseña: la acción, es decir la lucha, que es la que le arranca a la angustia su certeza (Lacan dixit). Un pueblo en lucha, como hace mucho tiempo no se ve, es lo que produce como respuesta y reacción la crueldad de la política de Milei. Un pueblo en lucha que sostiene una y otra vez la imposibilidad de la estabilización de una propuesta de esta naturaleza.

Sin embargo, el Tirano Milei no llegó por la tiranía, sino por la democracia, por los votos a su lugar de poder. Ciertamente si ha podido apelar al deseo de castigo a la “casta política” accediendo al poder en el 2023, es porque hay un pueblo también castigado. Esa es la pareja, provisoria especulamos, que encontró la crueldad de Milei. Quizás hay una continuidad entre la vida personal de Milei y la dinámica colectiva con la que se ha conectado. Si el deseo de castigar de Milei es correlativo al castigo sufrido en su vida (según cuentan sus biógrafos es el padre de Milei el que castigaba física y psicológicamente a su hijo), es el castigo sufrido por buena parte de los sectores populares el que se conecta con el deseo de castigar de Milei, y de ahí la validación social de este símbolo siniestro que es la Motosierra.  Una parte de los sectores populares sin duda ha sido permeable, y quizás lo siga siendo, al deseo de castigar. Es la apuesta electoral de Milei (“la gente los va a castigar en las urnas”). El deseo de castigar de aquellos que han sido castigados, de aquellos que han estado por fuera del Estado, que durante la pandemia tuvieron a lo sumo 4 asignaciones de Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) cuando veía que los trabajadores estatales, los que recibían algún plan social, los jubilados, pero también los trabajadores formales (aunque éstos menos visibilizados) recibían alguna ayuda del Estado y ellos eran castigados con su exclusión. Hay un deseo de castigo validado socialmente porque hay una sociedad que fue castigada socialmente. Como no entender ese voto anti-Estado de aquellos que sobreviven sin Estado. Como no entender la validación social a la Motosierra. Pero entender no es justificar. No se puede tirar al bebé con el agua sucia.  Como no entender que de lo que se trata no es de ajustar al Estado, sino fundamentalmente de ampliarlo, de hacerlo llegar a donde no ha llegado, a donde ha dejado excluidos a la intemperie y proclives a la fermentación de los discursos de odio que le prometen la venganza al castigo / exclusión recibido, pero que en realidad le están amputando la herramienta clave (el Estado) que tienen para mejorar sus condiciones de vida y su destino.

Se trata de entender que lo que hace falta es quitarle sustento a la validación social del deseo de venganza al que apela la propuesta perversa y cruel de Milei. Se trata de entender que el aval social a una propuesta de esta naturaleza nos está mostrando, en un raro y cruel espejo invertido, los límites que respetó y no atravesaron las propuestas de los gobiernos populares recientes. Principalmente el haber dejado a la intemperie, al despiadado y cruel mercado a buena parte de los sectores populares por la tibieza de las políticas de transferencias de ingresos durante la pandemia, amén de los límites que supuso la inflación como mecanismo de veto de los sectores dominantes a la propuesta productiva de absoluta debilidad del gobierno de Alberto Fernández (temas sobre el que no profundizaremos aquí, basta dejarlos anotado)

Como no hacer un salto histórico y ver que del mismo modo que el Tirano Milei pretende castigar ajustando el nivel de vida de los sectores populares y culpabilizando de ello a los gobiernos populares, debilitando a la sociedad para que ella no tenga el poder de oponerse a la tiranía, se trata de la reedición de la experiencia de los sectores dominantes desde el 76´ en adelante. Si la pujante Argentina industrial de la sustitución de importaciones que llevó adelante fundamentalmente los gobiernos populares peronistas, fue quebrada y castigada por los Sectores Dominantes vía el Terrorismo de Estado de la Dictadura Genocida, fue su profundización durante la recuperación democrática y fundamentalmente la ausencia de una reconstrucción productiva a la medida de la destrucción realizada, la que le dio el aval popular a lo gobiernos más antipopulares del período democrático (Menem y Macri). Se trata de reconstruir primero el alcance universal de las políticas de Estado y por otro lado la necesaria estrategia de Reindustrialización con eje en nuevos actores (Estado, medianos y pequeños empresarios) que puedan conformar un bloque de poder en capacidad de disputar las condiciones de gobierno y distribución que demanda nuestra castigada sociedad (hemos dicho que sólo anotaríamos los problemas, pero estos se nos imponen en la propia reflexión). Una política que en serio repare las profundas brechas y desigualdades sociales que son hoy el caldo de cultivo donde el Poder Económico (“los benefactores sociales” que según Milei “cuanta más plata ganen mejor”) y el Tirano perverso que los representan buscan y por ahora lamentablemente encuentran aval popular.

 

El sillón de Rivadavia

Un último punto es necesario para alertar sobre un peligro latente en la propuesta sádicamente cruel de Milei. La conexión con lo más tenebroso de nuestra historia no sólo está en la potencialidad destructiva y apertura al horror que llevan los significantes que pululan en su discurso “zurdos de mierda”, “comunistas”, etc. Significantes que como sabemos conectan con el aval social, que también tuvieron, las experiencias más deshumanizantes de la Argentina, caso concreto el aval de a la Dictadura Militar-Empresarial-Financiera de 1976. No es sólo que son significantes de aquella época y que como tal coquetean con una suerte de conjura y llamado a su retorno. No son sólo las palabras, sino fundamentalmente el vacío en el sillón de Rivadavia.

Como lo señaláramos, no es sólo una anécdota el hecho de que Milei confesara que “no me siento en el sillón de Rivadavia”. Entrevemos algo más que sólo un dato de color. El sillón de Rivadavia es eminentemente un sillón simbólico, como tal partícipe de algo más que su materialidad como sillón, y que cobra su sentido en ese orden donde está instituida la Ley, lo que está prohibido y lo que está permitido, para todos, aún para quien ocupa el cargo de presidente de la Nación. No existe, mal que le pese a Milei, la libertad de hacer lo que quiera. Esa libertad, como dijo Lacan, es sólo la del Loco, que vive excluido del orden simbólico. No sentarse en el sillón de Rivadavia, es sintomático de alguien que en algún lugar de su fuero íntimo, se considera más allá de ese Orden Simbólico, más allá de esa Ley, ese que considera que tiene su propia Ley, Mi-Ley; pero que la gravedad del caso es que está ocupando el lugar más preminente de todo el orden simbólico: nada menos que el sillón de Rivadavia. Pero no es que al no sentarse en el sillón de Rivadavia hay un vacío de poder, no nos engañemos. Milei ejerce el poder, cruelmente pero lo ejerce. Lo que está vacío no es el ejercicio del Poder, sino está vacío, agujereado, el orden simbólico, tal nuestra tesis.

Está claro que el Presidente tiene un problema grave con el orden simbólico, pero la inversa también es cierto, el orden simbólico encuentra una grave amenaza en quien ocupando un lugar prevalente en él, se abstiene de observar las sujecciones que le impone. Para decirlo en una palabra, el vacío del sillón de Rivadavia amenaza la permanencia del orden democrático existente. Tal el tamaño del peligro que queremos alertar. Preferimos pecar de exageración antes que de subestimación, dado lo que está en juego y la historia reciente de nuestro país.

El orden simbólico cruje bajo las influencias en su centro de un actor que desconoce su Ley; un actor que si tiene una Ley es de otro orden al del simbólico; es la Ley de la Selva, la Ley del más fuerte, la mortífera Ley del registro imaginario en el que se desenvuelve desenfrenadamente Mi-Ley. Se sabe que es en el registro imaginario, donde el narcisismo realiza las bodas con las pulsiones de agresión y destrucción del otro, que no es más que el semejante, que es la imagen propia distorsionada. En ese “enano soviético” “kukas inmundos”, “ratas” no hay más que el espejo invertido de la propia imagen de quien lo enuncia, en este caso el presidente Milei. No es ese el problema, sino fuera porque es el presidente de todos los argentinos, y por las implicancias y efectos que sobre el orden simbólico supone este llamado a la primacía del registro imaginario. En este registro la muerte del otro está a la orden del día, es “tú o yo”, cuando en realidad se trata siempre del sujeto atrapado en los espejismos de su narcisismo. Es lo que vemos cuando otro de los secuaces del presidente, el Diputado Nacional Espert, que pretende ser gobernador de la Provincia de Buenos Aires, dice sin tapujos en los medios de comunicación enunciados como “hay que colgarlos en la plaza con un par de tiros encima”; por no decir los insultos a la hija de la ex – presidenta Cristina Kirchner (en el acto en la universidad donde después de insultar a la ex – presidenta y a su hija, se tuvo que ir abucheado de la actividad). Es una misma lógica, la primacía del discurso mortífero del registro imaginario en el lugar donde debería primar la ley del registro simbólico, para hacer posible una convivencia democrática, y no la ley salvaje del más fuerte. Es curioso como en los medios afines (TN) al diputado Espert le dejan enunciar sus exabuptos, pero en el campo social, en las universidades no lo puede hacer sin fuerte reacciones de repudio y rechazo. Curiosidad que marca la importancia que tienen los medios, y fundamentalmente las redes sociales, como promotoras y productoras de discurso de odios. Curiosidad que debe llamar la atención y el debate de su necesaria regulación.

En este punto conviene, si se permite, una propuesta para aquellos que consideramos clave sostener y cuidar al orden simbólico: no ingresar al reino del registro imaginario con el que nos tientan cotidianamente. Es decir no responder en el mismo tenor. De nada sirve defenestrar con el mismo calibre al presidente y a sus secuaces. Es del todo estéril y contraproducente. Estéril porque no hay posibilidad de frenar las pulsiones agresivas y crueles respondiendo en el mismo registro, al revés, esto suele aumentar peligrosamente estas pulsiones, y quizás es el deseo profundo de esta estrategia: habilitar un terreno de permanentes agresiones y crueldades, donde los sectores sociales comprometidos con el orden simbólico, llevan las de perder, porque disputan en un terreno en el que no sólo no están acostumbrados, sino que desde los más importantes estamentos del orden simbólico, (principalmente el Presidente y la Justicia) que podrían frenar u obturar esta disputa, sólo quieren promoverla. Por otro lado, es contraproducente porque no es para cualquiera estar regido solamente por el registro imaginario sin posibilidad de que lo simbólico interfiera poniendo algún límite.  Los neuróticos no estamos acostumbrados a ello porque nos sujetamos a la ley de la convivencia social, es decir al orden simbólico. Es lo que se ve cuando Milei postea “si te gusta el durazno, báncate la pelusa”. Un caso reciente es el que vimos con la periodista Julia Mengolini que por sus críticas a Milei (muchas políticas y algunas en el registro imaginario) fue víctima de un ataque furibundo de un ejército de trolls libertarios que la han puesto en una situación emocional crítica. Responder en el registro imaginario es la invitación a participar de un debate absolutamente estéril y contraproducente. Es mucho más inteligente lo que hace el Gobernador de la Provincia de Buenos Aires Kicillof, que frente a las incitaciones para que conteste los insultos que a diario le profiere Milei, sostiene “que no va a responder con insultos”. Se trata, no de poner la otra mejilla, sino de esquivar las invitaciones al debate imaginario de la crueldad, que sólo alimenta monstruos y mina las posibilidades de restaurar el orden simbólico.

Hay un atentado al orden simbólico, tal la tesis que animan estas reflexiones. Profundizándola diremos primero que dicho atentado ya ocurrió, es previo a la emergencia del propio Milei, y lo que él hace es profundizarlo. Las fallas del orden simbólico, tal la tesis complementaria, es lo que explica la aparición de Milei, y las que pueden garantizar su permanencia, a menos que se reparen estas fallas. Fallas del orden simbólico, que como dijimos desde otro lugar en este texto, remiten a las fallas en la historia personal del propio Milei (las palizas y maltratos psicológicos de quien debería haber transmitido amorosamente la Ley ) y la conexión con las fallas en las promesas de la democracia y sus derechos (con la democracia se come, se educa y se cura) que dejaron afuera a una parte de la población de los sectores populares. A estas fallas individuales y sociales, se le agregan otras, tan importantes como las señaladas: las institucionales, que aún sin poder resolver las dos primeras, podrían al menos frenar las tendencias desestructurantes del orden simbólico que lleva adelante el Presidente y aquellos secuaces que irresponsablemente atentan en los dichos y los hechos con la convivencia democrática (por ejemplo Espert y el ejército de trolls en los dichos, la ministra Bullrich en los hechos de la política criminal de apalear jubilados). Ponemos la lupa en la Institución de la Justicia, que como tal debería haber activado sus mecanismos para inhibir este atentado al orden democrático, sancionando a aquellos que incitan discursos de odio y aún aquellos que lo llevan adelante. Una Justicia verdaderamente independiente que velara por el mantenimiento de condiciones mínimas de funcionamiento del orden democrático, y atacara y sancionara sin titubeos las prácticas que atentan contra él mismo. En esta línea debería haber cuestionado un sinnúmeros de hechos arbitrarios del Gobierno, desde el dictado del Mega DNU 70/23 que es una reforma constitucional de facto, pasando por los pedidos de Juicio Político al Presidente por temas violatorios de la Constitución Nacional (Acuerdo con el FMI; escándolo de corrupción de la estafa de cripto – moneda “libra”, etc) y ni hablar de la proliferación constante de discursos del odio y la violencia de buena parte de los funcionarios del gobierno nacional,  pero que ha cerrado sus ojos a estos atentados perpetrados al orden democrático, y para colmo, ha producido un inédito acto de proscripción política de la máxima referente del partido de oposición, la ex – presidenta Cristina Kirchner , en un expediente absolutamente amañado y tergiversado (sería excesivo para este texto fundamentar lo expuesto, pero no el asegurarlo sin temor a equivocarnos). Una Justicia ciega, que se hace la desentendida del atentado al orden democrático, es otra más y una de las más relevantes, fallas del orden simbólico que permiten el deterioro alarmante del mismo. Una democratización a fondo de la Justicia es otra de las claves de aquellos que estamos comprometidos con afianzar y mejorar el orden simbólico en el que descansa nuestra sociedad.

Se trata entonces de, esquivando la invitación a la pelea en el campo imaginario (abstenerse de insultar en redes, sería la consigna), se ponga en movimiento todas las energías sociales y militantes para reconstruir el orden simbólico en todas sus variantes (institucionales, sociales y aún personales) para que con todas sus fallas, la vida en comunidad sea un destino de nuestro país. Y no este llamado a las fuerzas oscuras de las pulsiones más destructivas de los sectores dominantes, que supieron avalar una dictadura genocida, y que hoy alimentan y sostienen las ansias de poder de un delirante que debería tener otro tipo de tratamiento distinto a la crueldad que manifiesta sobre aquellos en los que tiene la responsabilidad de conducir los destinos provisoriamente como Presidente.

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