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20 de junio de 1973: "Regreso definitivo de Juan Domingo Perón a su Patria"

Aquel 20 de junio de 1973, Perón regresaba definitivamente a la Argentina

Red de Noticias20/06/2025Noticias PeronistasNoticias Peronistas
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Cerca de dos millones de personas acudieron a recibirlo. El acto preparado en el cruce de la ruta 205 con la autopista Ricchieri se vio frustrado por un accionar faccioso.

Antes del arribo del avión, en la zona detrás del palco, se produjeron incidentes entre grupos militantes que dejaron el lamentable saldo de 12 personas muertas y una cantidad no determinada de heridos. La inmensa multitud ajena a los hechos de violencia vio frustrada su intención de recibir a su líder Juan Domingo Perón que regresaba a la patria después de largos 18 años de exilio.

De los muertos, tres pertenecían a la militancia montonera, cuatro, a la custodia del palco, y el resto eran simples asistentes al acto. En una manifestación de dos millones de personas, donde hubo más de cinco mil militantes armados, la cifra de fallecidos es casi un milagro. Que la militancia montonera hay tenido tres muertos y cuatro los custodios del palco habla a las claras de un enfrentamiento entre dos grupos, no de una “emboscada”, ni mucho menos de una “masacre”.

Al día siguiente, los titulares de los principales diarios no mencionaban las palabras “masacre” o “matanza”. La Opinión tituló: “Debido a las luchas ideológicas de sectores juveniles, Perón debió cancelar su presencia en la masiva concentración de Ezeiza”. La Prensa informaba: “Por enfrentamientos armados, Perón aterrizó en Morón”. Clarín sintetizaba: “Enfrentamiento entre grupos armados”.

Seis días después la revista de Montoneros El Descamisado tituló en su tapa: “La matanza de Ezeiza”. Y en el Nº 8 del 10 de Julio, una entrevista a Maria Antonia Berger se titulaba: “Trelew y Ezeiza, una misma masacre”. A partir de allí la prensa de Montoneros y de la izquierda en general construirá el paradigma “la Masacre de Ezeiza” que hoy puede encontrarse hasta en la wikipedia. En el año 2001, cuando cayó el gobierno de Fernando de la Rúa, en el centro de Buenos Aires hubo 30 muertos, sin embargo nadie habla de “la masacre de la Alianza”.

Olga Ruiz, Investigadora de la Universidad de la Frontera, Temuco, al analizar lo ocurrido en los años setenta en Chile expresa: “Los grandes relatos sobre nuestra historia reciente se han construido centrados en el heroísmo y la victimización, esquema binario que se afirma y consolida en la figura del traidor. Se trata en realidad de una triada (héroe-víctima-traidor) en las que el quebrado concentra -como un chivo expiatorio- las contradicciones, los fracasos y la derrota de la izquierda chilena. Es más sencillo atribuir la caída sostenida de militantes a unos cuantos traidores que analizar críticamente las políticas adoptadas por las dirigencias de las organizaciones revolucionarias.”

El relato de la historia reciente de nuestro país, esta construido sobre el mismo esquema: héroes-victimas y traidores. En el caso argentino, según el paradigma montado por los periodistas y escritores ex-militantes de las organizaciones ERP y Montoneros, el principal “traidor” culpable de sus fracasos se llama Juan Domingo Perón. A quien se agregan la llamada “burocracia sindical”, y todos los que cuestionaban la política de la conducción de Montoneros. En ese relato, la supuesta “traición a los jóvenes”, comenzó el 20 de junio de 1973 en lo que Horacio Verbitsky bautizó “la masacre de Ezeiza”.

Los muertos de ambos bandos: La JP y Montoneros, a través de sus comunicados y su revista El Descamisado, reconocen dos muertos de su sector, Horacio “Beto” Simona, combatiente montonero, y Antonio Quispe, combatiente de las FAR. Verbitsky menciona 13 muertos y 400 heridos, nombrando además a Hugo Oscar Lanvers de la UES.

En el listado emitido por Salud Pública, figuran otros fallecidos, que seguramente fueron asistentes al acto sin militancia activa: Daniel Santana, Antonio Aquino, Pedro Lorenzo López y Hugo Sergio Larramendia. Y un tal Claudio Elido Arévalo (que seria el nombre falso de Jose Luis Nell) que fue gravemente herido pero no murió en Ezeiza.

Si los muertos fueron cuatro de la custodia del palco y tres del sector montoneros, está claro que hubo enfrentamiento y disparos de ambos lados. Puede alegarse que el grupo del palco tenía mayor poder de fuego, pero los cinco mil militantes de FAR-Montoneros provistos de armas cortas y algunas largas no las llevaban armas para un desfile. Cortas o largas, ambas armas disparan y matan.

Con el aval de Perón se constituyó una Comisión Organizadora integrada por: Juan Manuel Abal Medina, Norma Kennedy, el coronel (RE) Jorge Osinde, Jose Rucci y Lorenzo Miguel.

En el gobierno de Héctor Cámpora existía una real preocupación sobre la posibilidad de que las fricciones entre los distintos sectores del peronismo emergieran en el encuentro. Por este motivo, el presidente convocó a referentes de las organizaciones armadas para pedirles que no hubiese disturbios ni confrontaciones en el acto.

Luego de la reunión, se comenzaron a planificar estrategias para resolver el movimiento y ubicación de las propias fuerzas en el acto. El ex militante montonero Jorge Gaggero recuerda: “Llegaron a barajarse opciones delirantes. Una que recuerdo bien -y sé que eso se discutió en alto nivel- era montar una grúa de brazo altísimo que depositara en el palco en pleno acto a los sobrevivientes de Trelew.”


El ex militante de las FAP Taco Ralo, Néstor Verdinelli cuenta: “Por parte de Montos/FAR la cuestión era sacarle el monopolio de Perón a la derecha enquistada en el palco. Barajaron diferentes hipótesis, algunas casi psicodélicas, como la de tomar el control de Perón en Ezeiza, cuando bajara el avión. Finalmente fueron descartadas diversas opciones hasta que quedó la final: la columna Sur no entraría por la ruta a Ezeiza sino por el costado, marchando hacia el palco”.

Las disputas por llegar con los carteles de una agrupación más cerca del palco son un clásico de los actos peronistas. Lo eran hacen 50 años y lo son ahora. Y lo que empieza con empujones por ganar lugar, muchas veces termina con palazos y piñas. Solo que en Ezeiza además de palos y cadenas había una gran cantidad de gente armada.

La movilización a Ezeiza, para recibir a Perón después de 18 años de exilio fue el acto político mas grande de nuestra historia. Creo que solo equiparado o superado por lo que se vio en la Richieri el 20 de diciembre del 2022 en el recibimiento a la Selección Nacional.

Es cierto que las columnas de la JP Regionales con carteles de FAR y Montoneros eran las más numerosas de la movilización. Pero, como bien cuenta Carlos Flaskamp, por entonces miembro de la conducción de las FAR de La Plata: “Estaba claro que para Ezeiza el convocante era Perón. La gente se movilizaba para ir a ver a su líder. Lo que nosotros aportábamos eran la organización y el esfuerzo militante para hacer llegar gente hasta el lugar del encuentro. Pero en los carteles que portaban nuestros activistas se hablaba poco de Perón y mucho de FAR y Montoneros”.

Las columnas de FAR-Montoneros lograron colocar sus carteles frente al palco, como se puede observar en las fotos panorámicas de la Richieri.

La organización había previsto (como hoy día se hace en cualquier acto ) una zona de acceso para la comitiva de Perón detrás del palco. El tramo de Richieri que va desde el aeropuerto hasta el rulo de la ruta a Cañuelas. Esa zona detrás del palco debía estar libre de público.

La Comisión Organizadora había dispuesto que la custodia del palco estuviese a cargo de militantes, excluyendo a las policías federal y provincial. El jefe operativo era el ex teniente coronel Jorge Osinde y el ex capitán Ciro Ahumada. Tenían presencia en el palco varios militares y gendarmes retirados, muchos de ellos vinculados al COR, dirigidos por el general Miguel Ángel Iñiguez, de destacada actuación en los años de la Resistencia Peronista. Se habían sumado militantes pertenecientes al Comando de Organización (CdO), Concentracion Nacional Universitaria (CNU), Juventud Sindical Peronista (JSP), la JPRA y otros grupos menores. Muchos de ellos estaban armados con escopetas Itaka y ametralladoras.

Por el lado de la JP Montoneros, Mario Firmenich dirá a Felipe Pigna: “Fuimos con armas cortas. No hubo ninguna directiva de ir armado... es que normalmente la gente iba armada. El activismo iba armado, el nuestro, el del Comando de Organización, cualquiera. En este sentido, en Ezeiza debió haber muchísima gente armada, pero en proporción poquísima: para dos millones de personas habrá habido 5 mil armados.”

Néstor Verdinelli (FAP) recuerda: “Llevábamos armas cortas. Por si era necesario organizar una defensa. Se suele decir que también los montos llevaban nada más que armas cortas. Lo que no es cierto: en la columna Sur iban compañeros montoneros armados con metralletas y fusiles FAL.”

El ex militante montonero Oscar Balestieri dice: “En los hechos, la indicación fue ir a Ezeiza con armamento liviano. En el grupo que voy, seis u ocho compañeros llevábamos pistolas 22. Sin embargo, Quique Padilla iba en un ómnibus con una ametralladora Madsen pesada que nunca llegó a Ezeiza porque no la podía ni sacar; estaba montada en la parte de atrás de un ómnibus y solo paseó”.

Cinco mil militantes de FAR-Montoneros armados con armas cortas tropezando con 300 pesados del palco equipados con armas largas era un cóctel explosivo que cualquier chispa podía hacer volar por los aires. La cifra oficial de 12 muertos es un resultado milagroso en un espacio donde había dos millones de personas.

Los incidentes detrás del palco
Por la ruta 205 ingresó la columna sur de la JP Regionales, la cabeza de la columna logró ubicarse muy cerca del palco en el sector derecho, el resto del grupo realizó un giro por detrás para intentar ubicarse en el sector izquierdo. Ese movimiento de la columna, dio origen a la confusión de suponer que se quería rodear y copar el palco. Primero fueron empujones, cadenazos y palos, hasta que alguien hizo sacó un arma e hizo el primer disparo y se desató el caos.

Carlos Flaskamp relata que la cabeza de la columna sur, pudo ubicarse muy cerca del palco, en el sector derecho. Pero la parte de atrás de la columna que no había podido acercarse hizo un giro por detrás del palco para intentar ubicarse en la izquierda. “Este movimiento parece haber sido mal interpretado por la custodia que supuso que la columna Sur se aproximaba al palco con intención de tomarlo por asalto y abrió fuego. Para nosotros que estábamos ubicados adelante y a la derecha del palco (…) los de la custodia aparecían haciendo fuego en dirección contraria. Por lo tanto (…) optamos por permanecer en nuestra posición convencidos que nuestra columna era ajena a los enfrentamientos.”

Es difícil saber quien disparó el primer tiro y casi que no es trascendente. Cuando hay en un sitio tanta gente armada, lo más posible es que ante la sola explosión de un globo, la mayoría saque sus armas y comiencen los disparos. Esto fue lo que sucedió en Ezeiza.

Marcela Durrieu relata: “Yo no vi entrar a la columna ni nada, yo lo que vi es que volaban tiros y que nadie sabía de dónde venían. Vi gente con brazaletes de todos los colores tirándose al piso y heridos, y todo el mundo puteando contra todo el mundo... como si atacaran los marcianos, digamos, porque yo tenía al lado mío gente con el brazalete verde de la Juventud Sindical. Entonces empezaron a venir las ambulancias, y todo el mundo se paraba, levantaban los heridos, volvían los tiros, nadie sabía qué estaba pasando”.

Prueba de la confusión que reinaba, es la famosa foto del joven izado de los pelos al palco, que todos suponíamos era del sector montonero. En 2010 una investigación del profesor Enrique Arrosagaray develó su identidad. Su nombre es José Rincón. Era militante de la JPRA, había ido en la columna de Herminio Iglesias. Con él, subieron también a Leonardo Torrilla, quien logra que lo reconozcan como parte de los mismos custodios del palco, y finalmente liberan a ambos.

El mismo caso es el de los ocho detenidos y golpeados en el hotel de Ezeiza -Dardo José González, Víctor Daniel Mendoza, Luis Ernesto Pellizzón, José Britos, Juan Carlos Duarte, Alberto Formigo, Juan José Pedrazza, y José Almada-, a quienes salvó la oportuna y valiente intervención de Leonardo Favio. Ninguno de los ocho pertenecía a la JP Montoneros, sino a distintos sindicatos y sectores de la ortodoxia peronista.

Durante los incidentes nunca hubo disparos desde el palco hacia la multitud que estaba frente al palco. Eso hubiese producido un desbande y estampida, como las que hemos visto en La Meca, que se cobran miles de vidas. Quienes estaban frente al palco, sentían el silbido de balas, que en realidad eran los disparos de armas cortas, realizados desde atrás el palco, que pasaban por arriba y llegaban casi sin fuerza al otro lado.

Ezeiza como justificación del asesinato de José Ignacio Rucci
Con el título “A dos años de la matanza de Ezeiza. Ni olvido ni perdón”, la revista Evita Montonera de junio de 1975, luego de dar su versión de los hechos del 20 de junio de 1973, agrega un recuadro titulado “Justicia Popular”. Allí nombran a los dieciséis “ajusticiados” en venganza por los hechos de Ezeiza. El primero de ellos es: “José Rucci. ajusticiado por Montoneros el 25-09-73”. Evita Montonera era el órgano oficial de prensa de la organización Montoneros.

Un signo de cómo se fue modificando el relato es que el comunicado de FAR-Montoneros sobre Ezeiza, emitido el 26 de junio de 1973, decía: “Los principales responsables de esta traición histórica son el Tte. Coronel (RE) Jorge Osinde, Alberto Brito Lima y Norma Kennedy.” No está mencionado Rucci, quien además no estuvo en Ezeiza, porque venía con Perón en el avión.

El ex montonero y poeta Juan Gelman fue más crudo: “Lo de Rucci no se hizo para despertar la conciencia de la clase obrera; se hizo en la concepción de tirarle un cadáver a Perón sobre la mesa para que equilibrase su juego político entre la derecha y la izquierda. Cuando se produce lo de Rucci(y) lo de Mor Roig después, hay gente de distinta procedencia que no está de acuerdo. Como conclusión, lo de Rucci iba a cercenar el apoyo de la clase obrera y lo de Mor Roig los apoyos de la clase media”.

Pero esta definición de acto cuasi mafioso del asesinato de Rucci no cabía en el relato de héroes-victimas y traidores. Entonces apelaron al argumento de que Rucci había sido el ideólogo y principal responsable de la “masacre de Ezeiza”, razón por la cual la “justicia popular”, representada por Quieto y Firmenich, lo condenó a recibir 23 balazos por la espalda.

En definitiva, el 20 de junio de 1973, el acto de recibimiento a Perón se vio frustrado por el enfrentamiento entre facciones del peronismo. Montoneros construyó el mito de la “masacre” para justificar su confrontación con Perón y su persistencia de sostener el uso de la violencia en pleno gobierno constitucional de 1973 a 1976.

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