El Movimiento Cristiano les desea a todos un Feliz Día de la Madre y de la Familia

Bendigo a cada niña, a cada joven —de primaria, secundaria y universidad—, a cada mamá primeriza, a cada madre y a cada abuela que hoy celebra su día. Hay un camino. Hay esperanza. La fe nos permite transformar el dolor, la angustia, la tristeza y el llanto en alegría.

A lo largo de nuestra historia reciente escuchamos frases que marcaron épocas y promesas: “Hay que pasar el invierno”, decía Álvaro Alsogaray; “Con la democracia se come, se cura y se educa”, afirmaba el doctor Raúl Alfonsín; “Argentinos y argentinas”, recordamos de Fernando de la Rúa; “Síganme”, de Carlos Menem; la fuerza patagónica de Néstor Kirchner con su “para todos y todas” y la impronta de Cristina Fernández; las imágenes de Mauricio Macri bailando y aquel “no se inunda más”; y un Alberto Fernández serio al que la Casa de Gobierno terminó por devorar. Hoy, con Javier Milei y su motosierra “contra la casta”, vemos que los que menos tienen siguen cargando el peso. Demasiadas vueltas, demasiadas promesas; en el medio, familias reales que se levantan cada día a luchar.

Es de madrugada y pienso en cada hogar de nuestra Argentina. Yo ya no tengo a mi mamá conmigo, pero me dejó una enseñanza eterna: “Hijo, aunque tengas una moneda de 25, nunca pierdas la fe, porque la fe te va a hacer libre”. En su último suspiro —vencida por el cáncer, con apenas 33 kilos— me enseñó a amar y a respetar al prójimo. Esa es la fe que me sostiene hoy para pedirle a nuestro Señor la fuerza de encarar la reconstrucción de nuestra amada patria, para que en poco tiempo logremos aliviar el hambre, la desigualdad y el miedo, y recuperemos la seguridad y la paz.

No vengo a señalar con el dedo ni a sumar bronca. Vengo a proponer un rumbo: trabajo digno, educación que abra puertas, salud que abrace, seguridad que proteja, instituciones que sirvan y no se sirvan. Vengo a afirmar que hay futuro cuando ponemos a la familia en el centro y a Cristo como Señor de nuestras decisiones.

Hoy oro por cada mujer de esta tierra; por cada madre, padre y abuelo; por las personas con discapacidad; por nuestros pueblos originarios; por cada niña y cada joven que sueña con un país mejor. Que el Señor multiplique el pan en tu mesa, el trabajo en tus manos, la paz en tu casa y la esperanza en tu corazón.

A las madres de la Argentina: ustedes sostienen silenciosamente lo que muchas veces la política rompe. Ustedes enseñan a perdonar, a compartir, a levantarse una y mil veces. En nombre del Movimiento Cristiano Argentino, les digo gracias y las bendigo. No estamos solos: Cristo camina con nosotros. Esta nación es tierra bendita y elegida; está llamada a ponerse de pie.

Con mi mano los bendigo —con el amor de Jesús— y les envío un abrazo de ternura desde el alma.
¡Feliz Día de la Madre y de la Familia!

Por Marcelo Laghi
Movimiento Cristiano Argentino