Un pueblo sin rumbo y un gobierno nacional que solo impone música, viajes, estafas y candidatos manchados de corrupción

¿Alguno se detuvo a pensar que con ese dinero podrían haberse pagado sueldos de discapacitados, médicos del Garrahan, jubilados, maestros y universidades? En vez de invertir en el pueblo, se gastan fortunas en shows y boletas nuevas que sólo traen más hambre y frustración.

La juventud está sin horizonte. No sabe hacia dónde la lleva este gobierno encabezado por Javier Milei, que golpea a las familias todos los días. Las provincias de todo el país atraviesan hambre, tristeza y desolación, mientras la política oficialista avanza a los tumbos: un golpe tras otro, una caída tras otra, un Estado ausente frente a un pueblo desprotegido.

El bolsillo vacío de las familias: La crisis se palpa en cada mesa de los argentinos. Familias que no cobran un sueldo digno y que enfrentan una canasta familiar que aumenta todos los días. Un ejemplo concreto: el pan dulce que en 2023 costaba 8.000 pesos hoy ya se vende a 32.000. El incremento es insostenible y proyecta unas fiestas catastróficas para la clase trabajadora.

Milei pierde legitimidad, y mientras tanto el dólar escala sin freno. El peronismo dividido como una pizza dejó a la gente desamparada: miles de compatriotas peregrinaron a Luján pidiendo pan y trabajo, demostrando que la Argentina se une cuando juega la selección, pero se divide cuando hay que defender el derecho a la vida, al trabajo y a la dignidad.

Sindicatos debilitados, pueblo desorganizado: Los gremialistas, que antes con un paro ferroviario hacían temblar al país o con un paro de colectivos ponían contra las cuerdas al presidente, hoy parecen reducidos a oficinas de lujo y bombos vacíos. El transporte fragmentado debilitó la fuerza de los reclamos, y la clase trabajadora paga el precio.

Los dirigentes miran sus propios arreglos y negocios, mientras el pueblo se hunde. Nadie lleva la bandera al frente, nadie defiende los derechos colectivos. Un pueblo dividido es un pueblo vencido.

¿Qué haría Evita hoy? Llegaremos a fin de año con aumentos de luz, gas, transporte, pasajes aéreos, paros aislados y parches que apenas buscan pasar el verano. La decadencia es total. Y surge una pregunta inevitable: ¿qué sería hoy de la Argentina si Evita estuviera viva?

Ella, con el corazón del pueblo en la mano y la mirada en los más humildes, sería la única capaz de devolver rumbo y justicia social a esta Nación. Hoy lo que se necesita es ordenar el país con firmeza, como lo hizo Bukele en El Salvador, pero con un proyecto nacional y popular: trabajo, pymes, cooperativas, campo productivo, revolución industrial. No el estancamiento financiero que nos mata de hambre.

Las urnas dirán la verdad: Estados Unidos, Rusia y China saben del potencial de la Argentina. Somos una tierra rica, pero mal gobernada. Lo único que puede salvarnos es volver a un modelo de producción y trabajo, no a un esquema de especulación e intereses extranjeros.

El déficit podrá ser el más bajo en años, como dice Milei, pero ¿de qué sirve si millones de argentinos se van a dormir sin un plato de comida? El presidente nunca miró al pueblo, sólo miró a los mercados.

La verdad, como siempre, estará en las urnas.

Por Marcelo Laghi